jueves, 10 de abril de 2008

Beethoven


Sé que decepcionaré a muchos, pero lamentablemente, el Beethoven sin el que no puedo vivir no es el excepcional músico clásico, sino un perrito de peluche.
Me acompaña prácticamente desde que nací. No recuerdo cuando ni como lo obtuve, me imagino que sería algún regalo.
El caso es que lo adoro. Tiene un bigote roto, lo cual es todo un record para uno de mis peluches ya que ha soportado una mudanza y 21 años a mi lado, que no es poco. Y es que tengo una pasión desorbitada por estos seres de tela y trapo que se llaman peluches. Creo que es una parte importante de mi personalidad y mi vida. Todas las mañanas al hacer la cama coloco algunos de mis peluches (otros los tengo esparcidos por la habitación, en la casa del pueblo, en un arcón en la cabecera de mi cama, etc.) sobre la colcha, cada uno en su lugar. Sé que no es muy grandiosa mi hazaña, pero lo hago, cada día dedico al menos cinco minutos a mi infancia y eso ya es algo que no hace todo el mundo.
Os preguntaréis que porque si mi pasión son los peluches, este post va dedicado únicamente a uno. Bien, el caso es que Beethoven, es el peluche con el que duermo desde que era pequeño (salvo excepciones como viajes o compañía). Y es que a falta de nada mejor, ¿Porqué dormir solo? Ni me avergüenzo, ni sé porque debería hacerlo. Simplemente es un elemento al que estoy acostumbrado, forma parte de mi como el mirar bajo la cama antes de acostarme.
Y es que este peluche me ha visto reír y llorar, me ha escuchado recitar lecciones de memoria, pensar en voz alta, gritar e incluso ha jugado conmigo. Sé que llegará un día en el que deje de dormir con él, pero eso no significa, ni mucho menos, que vaya a separarme de él.
Si, podéis imaginaros una cama de matrimonio con este peluche en medio, es más que probable y posible. Y es que a pesar de que vamos creciendo, de que voy madurando y de que voy recibiendo mis palos, nunca me desprenderé (ni quiero hacerlo) de mi parte infantil, de ese vínculo que me conecta rápidamente con aquel niño que fui y el cual reina y campa a sus anchas por mi corazón.
Y al que no le guste, que no mire...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

entonces yo también dedico tiempo a mi infancia...si vieras mi cama...jajaja está repleta de peluchitos...y abarcan todas las etapas de mi vida, todos con su historia, y se me hace difícil, al igual que a ti, el pensar deshacerme de ellos...ni se me pasa por la cabeza...QUÉ BARBARIDAD! Bonita y sentimental entrada...

iketius@hotmail.com dijo...

Que no lo hace todo el mundo? No te creas, también forma parte de mi rutina cotidiana. Yo tengo casi cincuenta en el cuarto(los conté el año pasado), y la superficie de mi cama no se ve! A mí también me encantan, jaja!