jueves, 15 de octubre de 2009

Reflejo II

Salí de la escuela corriendo. No me sorprendió ver el suelo mojado, había estado nublado toda la tarde. Por suerte, no hizo falta sacar el paraguas en el trayecto al metro. Pero mi suerte se acabó ahí. Los dos semáforos que me separaban de la entrada del subterráneo se cerraron cuando me acerqué a ellos, y al entrar en la estación y bajar a mi andén, pude ver como se iba el metro delante de mis narices, dejándome solo en un andén vacío. Con ese tren no se iban solo unos minutos; El retraso en el semáforo me había hecho perder ese metro, que me hubiera permitido coger el último autobús directo a mi casa o al centro de Alcalá. Pararme en el semáforo había supuesto para mí, una especie de efecto mariposa temporal que me haría llegar a mi casa una hora y media después de lo previsto. Aunque yo creía que mi día acababa con el fin de las clases, por lo visto, no había hecho más que empezar.

3 comentarios:

txïo [patito-feo.es] dijo...

Si es que las pequeñas cosas son las que marcan las diferencias... para bien y para mal.

Lila dijo...

esa luz roja te trajo hasta este texto y te quedas sin saber a lo que me lleva leerlo, asi que el efecto mariposa no se termin'o esa noche,ni aqu'i, ni en el tren sin ti, ni en solo tu sabes que mas detalles.

edu_art dijo...

ese semáforo pudo haber impedido que conocieras al hombre de tu vida en un anden del metro a las nueve de la noche de un día lluvioso.

yo habría pasado sin dudarlos. hay peores riesgos y más cosas en peligro.

besos estrellados