domingo, 11 de enero de 2009

Hablaré, si me permiten, de la nieve.

Por si alguien en el planeta no lo sabía, el día 9 de enero de 2009 nevó en Madrid. nevó como hacá mucho tiempo que no nevaba. Al menos yo, no recordaba una nevada así en mi vida.

Como era normal, una comunidad coo Madrid, poco acostumbrada a la nieve fuera de la sierra, se colapsó entera. Desde el aeropuerto hasta las carreteras, pasando por el metro y las clases de universidad.

Yo no sé muy bien como me sentía. La verdad es que me encontré desorientado. Cuando abrí la persiana y vi todo blanco dije: ¿Pero esto cuando ha pasado? Lo primero que se me ocurrió hacer fue sacar una foto desde mi ventana (foto que es la que veis aquí) y luego, aún con la cámara en la mano, preguntarme: ¿Cómo me tomo yo esto?

En efecto, no sabía como actuar. ¿Estaba alegre? ¿Enfadado por la incomodidad que suponía la nieve? ¿Me sentía indiferente? Aún tardé un rato largo en alejarme de la ventana. Luego me puse a pensar que seguramente, todo Madrid se encontraría colapsado.

Mi prima, leonesa de nacimiento, quería desplazarse desde Alcalá de Henares a Madrid, pensando que la Comunidad estaría preparada par semejante nevada. Ella estaba acostumbrada a ver nevadas peores en León y allí la vida no se paraba. Pero aquí sí. Me costó hacerla entender que aquí no se estaba preparado, que seguramente las clases estarían suspendidas y que tardaría muchísimo más de lo habitual en llegar a la capital (si es que lo hacía).

Y yo permanecía en mi cuarto, mirando nevar y sin atreverme a alegarme o enfadarme.


Finalmente, más tarde, tuve que salir a la calle y enfrentarme con el temporal. Estuve jugando con la nieve, haciendo muñecos y tirando bolas. Me sentí bien. Me sentí libre... Y era algo que no sentía desde hacía mucho. Pero luego vinieron los problemas. Yo quería salir de allí, irme a Madrid, per estaba atrapado por la misma nieve que me haía dado la libertad de sentirme como un niño de nuevo. Era bastante paradójico. Yo creía que me había reconciliado con la nieve... pero no quería dejar de nevar.


Me acosté enfadado con la nieve, frustrado conmigo mismo y descolocado. Intuía, que toda la nieve que había caído, la que me había hecho ser feliz, al día siguiente sería hielo... que me haría caer.

3 comentarios:

edu_art dijo...

daría muchas cosas por poder repetir la escena en la que bajaba con un café de starbucks desde gran vía a plaza españa sientiendo caer pequeños copos en mi cabeza.

Felipe dijo...

Me lancé a la calle a coger los copos que levemente caían y pisar los que ya se acumulaban. Luego dí una vuelva por Madrid y me emocionó ver los leones de La Cibeles cubiertos por un manto blanco y ella misma coronada de estrellas ;-)

Lola dijo...

nunca he visto nevar, pero cuando lo vea, me desnudaré hasta sentir cubitos de sangre congelada circular por mis venas, hasta que se hielen mis pensamientos y mis ganas.