jueves, 25 de febrero de 2010

Día tres

Al día siguiente, me levanté con dolor de cabeza. Seguía lloviendo y el calor sofocante de la habitación me había hecho sudar durante toda la noche. Nuestros padres intentaron hacer accesible la entrada a la casa, pero fue una tarea inútil. Yo me dediqué a mirarles por la ventana, mientras Toni seguía leyendo. Por la tarde, nos pidieron ayuda con una idea que había tenido su padre para secar el camino. Estuvimos colocando unos toldos hechos con lonas de plástico encima de la entrada, para evitar que el barrizal siguiera creciendo. La verdad es que me pidieron ayuda a mí sólo, pero mi madre obligó a su amiga a dejar bajar a Toni. Según creía yo, el muchacho no quería bajar, pero tampoco quería quedarse arriba. Quería simplemente, que se lo pidieran. La empalizada y las lonas valieron de poco, el viento comenzó a azotar por la noche y no sólo proyectaba el agua por debajo del improvisado refugio, sino que tiró la mayoría de los palos. Aún así, sirvió para que se me pasara el dolor de cabeza y para que la tarde se hiciera más corta.

Nada más regresar, la madre de Toni nos hizo subir corriendo a ducharnos, antes de que, según ella, cogiéramos una pulmonía. La verdad es que estábamos empapados, así que no rechistamos.

Nos desnudamos en el cuarto, que estaba más caliente. Me fijé en que Toni se había colocado de espaldas a mí, y se desnudaba con rapidez. Con tanta, que casi se cae al quitarse el calzoncillo. Nunca me había fijado en lo delgado y pálido que estaba, aún así, no me pareció que tuviera un cuerpo débil ni enclenque. De vez en cuando, echaba un vistazo con el rabillo del ojo y, si me pillaba observando, aceleraba aún más. Por último, cogió una toalla y, tapándose con ella, se fue al baño sin mirarme directamente. Cuando volvió, yo estaba sentado en la cama, aún con el pantalón del chándal puesto esperando a que llegara Toni para cambiarme, por no quedarme desnudo hasta que volviera. Me quité lo que me quedaba de ropa y me fui al baño. Creí verle un par de veces mirando con curiosidad, pero no estaba seguro, podía ser todo efecto del malentendido del día anterior, después de todo, no llevaba sus gafas puestas. Me miré en el espejo del baño mientras dejaba calentarse el agua. Comparando mi cuerpo con el de Toni, el mío estaba mucho más formado, como resultado, quizás, de los deportes que practicaba. Aún así, los dos teníamos cierto riesgo de resultar unos tirillas a los ojos de los demás. Una gota de agua recorrió un mechón moreno de mi flequillo y cayó por mi nariz. Tenía el pelo corto, pero aún así estaba aplastado todo contra la frente por la lluvia. Cuando consideré que el agua estaba lo suficientemente caliente, me metí en la ducha.

1 comentario:

white dijo...

"despues de todo...", "pero aún así", "como resultado de"

Como la historia me está gustando tanto, espero que la pulas un poquito.
Fdo,white la protestona.