domingo, 20 de diciembre de 2009

Reflejo VIII

Ella se acercó, primero su perfume, luego su cuerpo.
Su olor intentó seducirme, llegó imponente, luego se alejó para que yo me acercara… y lo hice.
-Me llamo Laura.- Dijo.
Olía a coqueteo, a flirteo en un bar. Digo yo que sonreía, o puede que no y todo me lo estuviese imaginando. Puede que ni siquiera se llamara Laura.
Yo solo veía aquello que su olor me susurraba al oído.
-Bésala en el cuello.- Me dijo.
Y en el cuello la besé.

2 comentarios:

txïo [patito-feo.es] dijo...

A veces obedecemos a los impulsos más absurdos.

white dijo...

...es lo que tienen esas gotas que se enganchan al deseo...