Ella se acercó, primero su perfume, luego su cuerpo.
Su olor intentó seducirme, llegó imponente, luego se alejó para que yo me acercara… y lo hice.
-Me llamo Laura.- Dijo.
Olía a coqueteo, a flirteo en un bar. Digo yo que sonreía, o puede que no y todo me lo estuviese imaginando. Puede que ni siquiera se llamara Laura.
Yo solo veía aquello que su olor me susurraba al oído.
-Bésala en el cuello.- Me dijo.
Y en el cuello la besé.
Disfunção Erétil
Hace 7 años
2 comentarios:
A veces obedecemos a los impulsos más absurdos.
...es lo que tienen esas gotas que se enganchan al deseo...
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