miércoles, 10 de diciembre de 2008

Las luces de navidad.

Cada año igual.
Cada año me indigno cuando veo a los operarios del ayuntamiento con sus grúas y camiones a finales de octubre recorriendo las calles de mi ciudad para colgar las dichosas luces de navidad.
Cada año despotrico contra el Corte Ingles y otros comercios que pretenden adueñarse de la celebración, que intentan atraerme con sus luces y su música desde mediados de noviembre.
Cada año sufro por acordarme que hay gente que no sabe lo que es la navidad y me doy cuenta que ni yo sé lo que es.

Pero cada año disfruto como un enano paseando por Madrid después de la puesta de sol en navidad, charlando tranquilamente o escuchando música. Cada año sonrío tontamente observando los puestos de la Plaza Mayor o la decoración de las calles que parten de la plaza de Cibeles.
Cada año disfruto del contacto con la gente, de las sonrisas, de las prisas y las angustias de la gente buscando "ese regalo perfecto" dentro de los centros comerciales.
Cada año entiendo más que hay gente que solo tiene corazón en estas fechas, y aunque me entristezca, entiendo que al menos lo tiene durante un berve periodo de tiempo al año.
Y eso es lo que me hace perdonar a los ayuntamientos y al Corte Inglés.

Eso es lo que me hace ver que las cosas no son blancas o negras.
Que se puede adornar la ciudad, que se puede disfrutar de ella, con responsabilidad y sobre todo, sin despilfarrar.
Que se puede ir de compras, que se puede disfrutar buscando regalos, envolviéndolos, dándoselos a esa persona y sobre todo viendo su cara al abrirlos.
Y que eso no me convierte en un consumista, que eso no me convierte en un hipócrita. Que eso solo me convierte, en otro niño más en navidad.
Y es que, si algo iluminan las luces de navidad, si algo remueven los anuncios de juguetes y los puestos de lotería es, sin duda, al niño que llevo dentro. Ese niño que cada diciembre se despereza, estira los brazos y toma el control de mis sonrisas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encanta.
¿Pensaremos igual?

:)