
Domingo tarde.
El sol brilla y por la ventana (abierta) entran los cantos de los pájaros.
Reprimo mis ganas de salir al jardín, caminar descalzo por el cesped, tumbarme a leer bajo el cerezo y quedarme dormido junto al pastor alemán de la familia.
Las reprimo mucho.
Tanto tanto que cierro la ventana para no oler la barbacoa del vecino y me siento en mi escritorio para comenzar la lectura de Hallin y Mancini para la clase de mañana.
A veces el sol es tan injusto...
2 comentarios:
Si te reprimes, en tu memoria quedará que no viviste una preciosa tarde que, bajo el cerezo, anunciaba la inminente llegada de la primavera. Hallín y Mancini se hacen menos áridos sobre el esplendor de la hierba...
ahi le has dado!!
pero si hay que echarles se les echa!!
y no te quejes q tu por lo menos tienes sol!!!
aqui con eso del nublado continuo lo unico q te dan son ganas de sobarrr :S:S
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