lunes, 2 de marzo de 2009

La herida

Se miró el dedo preocupado. Había vuelto a sangrar. Bufó, enfadado por su despiste y se fue al baño.
El roce del aire en el dedo le escocía.
-Esta vez has hecho una buena.- Se dijo mientras volvía a mirarse el padrastro.- Si no fuera tan nervioso...-
Colocó el dedo bajo el grifo y dejó caer el agua fría sobre la herida.
Ni siquiera había percibido el dolor de la magulladura. Estaba esperando a que él llegara a casa y, sin darse cuenta, se había metido el dedo en la boca para jugar con un trozo de piel que salía junto a la uña. Cuando quiso darse cuenta, la boca le sabía a sangre y el pequeño padrastro se había convertido en una auténtica herida de guerra.
Cerró el grifo y, tras secarse el dedo, lo envolvió en una tirita. Más por evitar tentaciones que por proteger el daño.
Miró sus cosas sobre la estantería del baño. ¿Porqué no había regresado? Se había marchado y había dejado allí todas sus cosas.
Se miró en el espejo y suspiró. Enfadado, tapó su imagen con una mano y apago las luces para salir del baño. Su imagen le daba asco, sentía ganas de abandonarse, de dejarse solo como hacían todos. Era su culpa que todos se fuesen. Se odiaba a sí mismo.
Regresó cansinamente hasta el salón y se dejó caer sobre el sofá en el que dormía desde hacía varias semanas. La tele estaba encendida y mostraba las imágenes de una película de terror. El sonido estaba prácticamente apagado. Contempló las imágenes con gesto ausente, sin recordar que estuviesen emitiendo la misma película cuando se fue al baño.
Su mente no permaneció fija en la película mucho tiempo. Sus pensamientos comenzaron a vagar errantes. Pensó en él, en su forma de mirar, en sus manos sobre el sillón, en al forma de comer pipas mientras veía la televisión. También pensó en las constantes discusiones, en los gritos, los celos y las amenazas. Pensó en la paranoia.
-Quizás sea mejor así. Quizás él sea más feliz en otro lugar y yo me quede más a gusto sin tener que preocuparme por nadie.- El argumento le gustó y comenzó a darle vueltas regodeándose en ello.
Se imaginaba volviendo a su vida anterior, saliendo de fiesta, encontrándoselo en algún bar... Él estaría con alguien (esa idea no le gustó).
-Pero caería rendido a mis encantos en cuanto volviese a verme. Y yo no tendré más que ignorarle y dejarle que sufra.- ¿Y si eso no ocurría así? ¿Y si él era feliz y no corría a sus brazos porque estaba con alguien que realmente amara? –Eso es imposible.- Se dijo negando con la cabeza.- Él me ama, él es mío y de nadie más.-
Entonces sintió el dolor de nuevo. Se estaba mordiendo el dedo de nuevo. Por encima de al tirita. La tira de tela estaba empapada en una mezcla de sangre y saliva.
Se sintió realmente mal, completamente imbécil. Resistiendo las ganas de llorar y resignándose a la impotencia, volvió a dirigirse al baño.

5 comentarios:

Ms. Davis dijo...

la mente busca formas, salidas, ñpor las que escapar, cuando la conciendia no quiere asumir, la perdida o el dolor

nada mal, aunquqe un poco mas de dasarrollo de personaje o de trama no vendria mal, ¿por que se fue?, por ejemplo seria un apregunta que podrias responder

Verónica dijo...

Algunas veces nos preguntamos mil ves el "porque de las cosas", y esas preguntas no son contestadas por respuestas... da tiempo... y las encontraras.

Es un placer leerte !!!

besotes de esta peke.

pd: te espero como siempre por mi rincon con tu taza de cafe caliente y un nuevo post.

Mj dijo...

Me declaro oficialmente adicta a tu blog!! jajaja

Sigue asi!! ;)

El peregrino dijo...

No sé por qué me ha hecho recordar este relato el cuento de García Márquez "El rastro de tu sangre sobre la nieve".
Me encanta este tipo de literatura que exalta lo cotidiano y que parece exagerar los detalles de la realidad.
Seguiré pasando por aquí.
(Ah, y en cuanto al post anterior [¿o posterior?]: yo tampoco creo mucho en el periodismo).
Saludos.

jorgeimer dijo...

No estoy de acuerdo con Ms Davis. No me parece que sea necesario desarrollar porqué fue o porqué no fue. Lo importante es la sensación de debilidad que se queda en estas situaciones, como si toda la supuesta armonía pudiera verse quebrada, subitamente, por una pequeña herida en un dedo.
Muy descarnado el texto.