lunes, 10 de mayo de 2010

Reflejo IX

Solo pensar que eran los últimos cinco dólares que le quedaban, hizo que Sally los apretara con mas fuerza, como si aquel billete arrugado pudiera multiplicarse por arte de magia. Se mordió el labio inferior mientras trataba de decidirse entre una comida que le gustaba o una que pudiera saciarla.

Cameron hizo sonar la bocina de su viejo coche y bajó la ventanilla para gritarle que se diera prisa. Ella no le prestaba atención.

La camarera la miraba en silencio, con la cabeza apoyada en la mano mientras masticaba chicle.
-¿Te decides cariño?

Quería pedir unos aros de cebolla, pero sabía que a Cameron no le gustaban. Podría pedir una hamburguesa con patatas y un batido para los dos. Si tuviera al menos otros cinco dólares... Arrugó más el billete. Cameron tocó de nuevo la bocina.
-Deme unos aros de cebolla, por favor.

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