lunes, 5 de julio de 2010

No conozco Madrid

No conozco Madrid, no, no sé nada de ella, ni de su gente. No he olido, por ejemplo, el aire caliente que sube de las plazas después de las tormentas en verano. Ni he paseado jamás del brazo de nadie por el Retiro. No he tenido nunca la sensación de huir, de dejarme llevar una y otra vez por las calles más antiguas de la ciudad. Nunca he sentido que Madrid me mirara y no me viera, nunca he sentido que le fuera indiferente, que me dejara ser libre. Nunca.
Y jamás he conversado con ella, ni he visto el Manzanares, ni el Lago de la Casa de Campo. Jamás he sentido su abandono al llegar agosto, nunca he visto amanecer en un tren regional, nunca he visto al sol asomarse curioso entre los edificios de la Gran Vía, preguntarme qué tal la noche, si Madrid me complace, si he encontrado lo que buscaba, si Madrid me sirve, si quiero tomar algo más, si de día también hay vida.
Madrid no pregunta, no interroga, a Madrid no le interesas, para ella todos somos hijos y extranjeros, nuevos y viejos, de siempre y recién conocidos. Ella no es mi mejor amiga, no la conozco, ni me muero por volver cuando no estoy, ni creo que la eche de menos. ¿Quién podría hacerlo? Si Madrid jamás te va a querer, te lo ofrece todo y no te da nada, Madrid es fría, elegante y altiva, orgullosa y chula. Pero yo no lo sé, no lo he sabido nunca.
Nunca me he encontrado gente en el metro que estaba sacada de cómics, o de películas, de sueños de Dalí o de historias de mi abuela, por que Madrid sigue siendo antigua y moderna, sigue oliendo a cenizas en noviembre y a purpurina en Julio. No he paseado por la Castellana en diciembre, esperando a las carrozas, calentándome las manos con castañas asadas. No, nunca he vivido Madrid. Ni conozco ninguna pradera donde se le dé la bienvenida al verano. Por que en Madrid, eso creo, el verano empieza antes y termina después, como el invierno, como todo.
Y es que en Madrid lo exagerado se hace más grande, que si hay uno allí hay diez, que a nadie le importan los sucesos, que todos somos vecinos, que nadie es de aquí, pero que todos se quedan. Nadie. Nunca he sabido nada, ni yo, ni nadie. Pero lo más importante de todo, lo que más ignoro, lo que más me asusta, es que nunca he sabido muy bien donde termina la ciudad y donde empiezo yo

1 comentario:

piero dijo...

En fin, bueno, bonito,y sin comer boniato, pongamos que hablo de algo bien escrito...